Cuando encontré esta florecita en la red, llego mi madre a mi mente y recordé que maravillosas eran sus manos, igual tejía con gancho y dos agujas, con una facilidad enorme elaboraba unas bellísimas y delicadas carpetas con un hilo tan delgado que daban la apariencia de ser de encaje, y las chambritas que tejía para sus nietos, tan tiernas que parecían de algodón. Sus bordados eran perfectos, tanto el punto de cruz, como el relleno, sabia todas las puntas habidas y por haber. Además de todo esto era una modista fuera de serie, de niñas nos traía como muñecas, y que decir de sus nietos, no había cosa que ellos desearan y no los complaciera.

Habrán notado que estoy hablando en tiempo pasado, no es porque mi madre haya partido, sino porque ella ya no es la misma persona, su penosa y larga enfermedad la han postrado en cama, además de perder la memoria, reconociéndonos en muy pocas ocasiones, por no decir que casi nunca.


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